El tren iba muy deprisa, cuando de repente, pasó por un túnel larguísimo en el que solo se veían luces azules y lilas, el vagon, también era azul, pero era un vagón muy especial porque era muy blandito, como si fuera de peluche, y menos mal, porque, al salir del túnel, el tren dió un frenazo que hizo que lola, se diera un coscorrón, porque no llevaba bien abrochado el cinturón.
Bajaron de ese extraño tren y resulta que ya se había hecho de noche, así que buscaron un lugar donde dormir:
-¡Mira Isolino! -dijo Lola señalando una puerta de piedra que había en una gran roca.
A Isolino, le daba miedo entrar allí, pero como Lola es muy atrevida, empujó la puerta y entraron.
-Este será un buen sitio donde descansar.
Pero de repente, apareció un pequeño hombrecito vestido de blanco y con unos extraños patines con forma de cohete, que les preguntó:
-¿Qué hacéis en mi cueva?
Ellos le explicaron la historia y le preguntaron si sabía donde vivía el Ratón Pérez.
-No lo sé, pero si queréis os acompaño a buscarlo.
Y, sin dormir ni un poquito salieron en busca de esa famosa pastelería, agarrados a aquel pequeño hombrecillo que se llamaba Paulibiri y volaba con sus patines-cohete, simplemente chasqueando sus deditos.
-PAS-TE-LE-Rí-A- Leyó Lola en un cartel.
Y pararon de repente, al entrar se encontraron con un pastelero muy elegante al que le preguntaron:
-¿És ésta la pastelería bajo la que vive el Ratón Pérez?
-Pues lo siento pero no, de todas maneras, si queréis podéis desayunar uno de mis deliciosos bollos de nata.
Eso hicieron, y después se quedaron dormidos sobre la mesa.
Al despertar, estaban rodeados de unos extraños vampiros, que se alimentaban de chocolate. Al principio se asustaron un poco, y después les preguntaron si sabían donde vivía el Ratón Pérez.
-No, no lo sabemos, pero si queréis, os acompañamos y así le preguntamos si tiene unos colmillos de chocovampiro para nosotros.
Y eso hicieron, se agarraron todos a Paulibiri, y salieron volando en busca de la Pastelería.
Se pusieron como locos,, ¡lo habían encontrado! allí estaba el mismisimo Ratoncito Perez. Después de dar saltos de alegría, le preguntaron por el colmillo de Migraña, y le dijeron lo triste que estaba ese peculiar pez.
entonces Perez, les explicó, que el colmillo de la piraña, ya lo había pulido y se lo había regalado a su amiga Luna en forma de perla, para que nunca deje de brillar, ya que a nadie le gustaría vivir en un mundo sin Luna.
También les dijo que no debía preocuparse, ya que el colmillo era de leche y le saldrá otro nuevo.
Lola y sus acompañantes se alegraron, pero…..Isolino tenía miedo de decírselo a Migraña por si se enfadaba, así que le pidieron a Perez si le acompañaban al país de Colorín.
-¡Por supuesto! ¿pero como iremos? está muy lejos y yo tengo que estar de vuelta esta noche para seguir repartiendo monedas a todos los niños a los que se les cae un diente!
Paulibiri,(aquel pequeño hombrecito de los patines voladores) dijo:
-En la estación de Tren que hay al lado de mi cueva, se donde hay un tren muy especial, el más rápido del mundo mundial: ¡El tren cohete!
Y… eso hicieron, montaron todos en aquella super máquina de la velocidad y llegaron al planeta Ilusiones, al país de Colorín, en un santiamén.
En cuanto encontraron a Migraña, le contaron entre todos, la maravillosa historia de cómo el Ratón Perez pulía los dientes de leche para regalarselos a la Luna en forma de Perla, y como el Sol, se lo agradece dándole monedas de oro que crea con sus rayos de luz los días de mucho calor!!
-Además- dijo el Ratón Perez a Migraña la piraña- no debes preocuparte porque dentro de poco te saldrá otro diente, mas fuerte y duro.
-Si!! que bien- contestó el pez mellado!
-Pero ese, si que debes cuidarlo y cepillarlo bien cada vez que comas chuches, y también antes de acostarte, ya que si se te cae, no te saldrán más.
-Os lo prometo! dijo la piraña.
Como agradecimiento, Migraña les dejó beber de su agua, pero además invitó a Lola y a sus acompañantes a la fiesta de carnaval de la fuente, pero primero debían acompañar a Perez otra vez al tren cohete, para volver a Madrid,y con él volvería Paulibiri al que había nombrado su ayudante, ya que tenía mucho trabajo .
Cuando el tren estaba a punto de salir despedido, el raton puso un sonrisa mirando a la piraña y le dijo:
-Acuérdate de mirar mañana debajo de tu almohada
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