En la fiesta estaba la Bruja Piruja. Nadie se había dado cuenta, todos creyeron que era alguna amiga disfrazada de Migraña. Al ver los corazones que salían entre el príncipe y Lola Pirindola, la Bruja los convirtió en murciélagos y truenos y apagó las luces. El amor que surgió entre los dos le dio rabia pues ningún chico se había enamorado nunca de ella. La gente en la fiesta comenzó a correr asustada hacia todos los lados y, con tanto jaleo, Piruja aprovechó para convertir a Lola Pirindola en un sapo pegajoso y feo, lo encerró en una jaula y mandó a su cuervo que la llevara muy lejos. Además, hizo una copia de la imagen de Lola disfrazada de Caperucita Roja para engañar al príncipe y que se enamorara de ella.
Todo volvió a la normalidad pero Isolino gritó:
-¡Lola! ¿dónde estás?
-Estoy aquí, no te preocupes pequeño caracolito.-dijo la Bruja Piruja vestida de la imagen de Lola Pirindola.
Isolino notó algo raro en sus palabras. Lola nunca le había llamado pequeño caracolito.
La Bruja Piruja se acercó al príncipe y siguieron hablando (aunque en realidad la bruja no había hablado nunca con él):
-Entonces, ¿has montado muchas veces a caballo?
-¿A caballo? Yo en lo único que he montado ha sido en escoba.
-¿Cómo? Pero si antes me dijiste que te gustaban los caballos.
-¿A mí? ¡Qué dices! A mí lo que me gustan son los gatos negros, los cuervos, los murciélagos…
-Bueno, pues yo ya me iba… -dijo el príncipe preocupado.
-Ni hablar, tú te quedas aquí. -dijo Piruja.
-¡Qué modales tiene! -pensó el príncipe.
De repente, Isolino y Migraña que estaban escuchando dijeron a la vez:
-¡Ésta no es nuestra Lola!
-Claro que no, ¡estúpidos! Soy la Bruja Piruja, jaja!! He copiado la imagen de vuestra amiga para “ligarme” al príncipe. -Dijo Bruja Piruja y comenzó a volar en su escoba. Lola es ahora un sapo y la he mandado bien lejos. Pero no os preocupéis por ella, se lo está pasando bien en otra fiesta. Aquí tenéis una foto, a ver si adivináis donde está.
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